Category Archives: Oficio de historiador

El oficio de historiador (elegía para una mónada)

(Entrada publicada originalmente el 2 de diciembre de 2015)

¿Qué es un historiador? Para algunos, ha de ser un científico dotado de herramientas de análisis rigurosas y objetivas. Para otros, una suerte de literato capaz de devolver a la vida con la fuerza de su pluma algunas escenas del pasado. Yo, en cambio, cada vez más me lo imagino como un niño que se entretiene con viejos juguetes rotos, tratando de usar la imaginación para dar sentido a unos fragmentos cuyo origen le resulta tan misterioso como fascinante.

Si quisiera resumirlo en una palabra diría que el historiador es, sobre todo, un lector. Y no vayamos a pensar que es éste un oficio cómodo: aunque algunos lo creerían una adquisición de los teóricos de la segunda mitad del siglo XX, ya los autores medievales sabían perfectamente que la obra literaria es un artefacto incompleto y abierto, que para cobrar un sentido pleno requiere de la interpretación cómplice del lector. Lo confiesa por ejemplo una narradora del siglo XII, María de Francia, en el prólogo a una deliciosa colección de cuentos que beben de la tradición oral de los bardos bretones y que ella supo convertir en historias caracterizadas por una delicada mezcla de ensueño, fragilidad y melancolía: los Lais. Continue reading

Posted in Historia Antigua, Historia Contemporánea, Historia Medieval, Historia Moderna, Literatura, Oficio de historiador.

Gengis Kan contra Son Goku: los peligros de la informacion acrítica

Ayer me topé con el siguiente dato en la página de la Wikipedia sobre Mongol (etnia) que me dejó perplejo. Os adjunto captura de pantalla por si alguien edita el error en un futuro.

A poco que os fijéis en la frase, seguro que os asaltarán algunas dudas (sobre todo si fuisteis jóvenes durante los años 90 del siglo pasado): según la Wikipedia española los mongoles se enfrentaron, entre otras confederaciones de tribus, a los Namekianos. ¿Qué es un Namekiano? Pues nada más y nada menos que esto:

Continue reading

Posted in Historia Medieval, Oficio de historiador.

La Historia y las Artes

Me preguntaba la semana pasada para qué servía la Historia en el siglo XXI. La reflexión no es baladí, sobre todo si uno es de los que creen que tras el oficio de interrogar al pasado hay un compromiso ético con el presente. Las Humanidades han servido hasta no hace mucho – otro debate sería interrogarse sobre sí han sido o no ya substituidas por el paradigma científico-técnico como marcador de certeza – para explicarnos muchas y variadas cosas. La construcción del presente y del pasado, la ordenación social, el marco de nuestras seguridades y, más importantes aún, nuestros miedos personales y colectivos son elementos que han transitado, a lo largo de la Historia, en aquello que hoy identificado como oficios «de letras» o artísticos.

Studia Humanitatis nació hace dos años con la intención de ser un punto de encuentro de reflexiones sobre los distintos ámbitos de las Humanidades, en la firme convicción de que la divulgación no ha de estar reñida con la capacidad de pensar histórica, artística, literaria o filosóficamente. No sé si vamos por buen camino, pero el hecho de que dos años después sigamos al pie del cañón ya es un logro del que todos nosotros nos sentimos muy orgullosos.

Al hilo de todo esto, y para celebrar nuestro segundo aniversario (como ya hicimos el año pasado con esta serie de entradas sobre las obras de J.R.R. Tolkien y G.R.R. Martin) hemos preparado para los próximos días una serie de entradas para reflexionar sobre la relación entre la Historia y otras disciplinas humanísticas y artísticas. Para, en definitiva, ver que se puede pensar históricamente una película, un edificio, un cuadro o una obra de teatro.

Esperemos que os guste.

Las entradas que forman parte de este segundo aniversario son:

  1. Presentación: La Historia y las Artes, por Alberto Reche
  2. El Séptimo Sello, ¿la película ante la que los historiadores pueden relajarse y gozar?, por Carlos Lixó
  3. Tabernas y naipes: violencia cotidiana en la obra de Jan Steen, por Jessica Carmona Gutiérrez
  4. La Cena de Emaús. Francisco de Zurbarán, por Ester Prieto
  5. El románico: más que simple piedra, por Cristina Párbole

Posted in Oficio de historiador.

¿Para qué sirve la Historia en la era de la política?

Estamos acostumbrados al mundo de la inmediatez. En esta era de sobreinformación y titulares parece cada vez más complicado tejer relatos complejos y densos. Sin embargo, estos se hacen quizá más necesarios para entender lo que está en juego en el debate político, ya sea a nivel municipal, estatal o internacional. Y todo ello en un momento en el que, paradojas de la vida, andamos huérfanos no ya de certezas si no de reflexiones.

En otros momentos de la historia estas reflexiones se habían bastido desde disciplinas que, pese a no haber desaparecido del mapa, han perdido su potencial como elementos ordenadores del mundo, o lo que es lo mismo, del discurso del mundo. Estoy pensando en el papel que la literatura, el arte o la arquitectura han tenido a lo largo de la historia europea a la hora de explicar a sus contemporáneos el ámbito de lo político.

Es imposible, por ejemplo, entender el cambio radical que se dio en el círculo político Plantagenet, en la Inglaterra de mediados del siglo XII, sin pararse a analizar las propuestas planteadas por Chrétien de Troyes y el círculo de escritores que crearon la primera novelística europea: a nadie se le escapaba que detrás de las narraciones artúricas y las reflexiones sobre la moral política de la naciente caballería europea había una agenda política. Lo mismo podría decirse del otro gran proyecto mediático del momento, desarrollado por los enemigos de Inglaterra: el gótico francés. Otra forma de plasmar en el tejido cultural las ideas políticas, en este caso la racionalidad espiritual que era la antesala del anhelado hexágono francés. Gótico y caballería. Dos elementos ordenadores de la política europea durante siglos. Continue reading

Posted in Oficio de historiador.

Reyes, nobles e intereses: una cuestión de perspectiva

(Pido perdón por adelantado a milord Oliver Vergés. Él sabe por qué)

Allá por el mes de junio, a propósito de la batalla de Poitiers, el Jefe (que probablemente me mate por llegar tarde, mal, y encima llamarlo así) nos advertía sobre uno de los grandes peligros de la Historia: el de reconstruirla desde el presente. Y efectivamente, con esa ventaja que dan disfrutar de una visión panorámica y tener disponibles todos los datos conocidos (porque siempre hay rincones a los que no acaba de llegar la luz; y no, la Edad Media no es uno de ellos), uno puede hacerse una idea más o menos clara de cómo han ido sucediendo las cosas y visualizar así procesos históricos de duración y coherencia variables. Pero, claro está, quienes vivieron en el pasado no tenían esa ventaja. Ni consultando los astros. Como cualquiera de nosotros, no podían conocer toda su historia ni las consecuencias reales de sus actos. Podían, eso sí, especular lo que quisieran acerca de lo que estaba por venir, pero, sobre todo, podían juzgar su presente y su pasado según su perspectiva de las cosas. Lo que supone otro gran peligro para quien se fija en ellos: el de dejarse llevar por esa misma perspectiva.

Esto vale para la Edad Media, sobre todo para sus siglos centrales (del XI al XIII) y en los casos en los que hay nobles (otro día hablaremos sobre lo peligrosa que es también esa palabra, «noble») que por una razón u otra se enfrentan con un poder central o que aspira a serlo. Vale, por ejemplo, para los condados catalanes de aquel período. Los condes de Barcelona se presentan como los defensores de la paz, como herederos de un antiguo poder público garante de estabilidad. Pero incluso cuando avanzado el siglo XII la dinastía barcelonesa se hace un sitio en el trono de Aragón, la suya es solo una opción hegemónica en un territorio todavía en construcción como es el catalán. Hasta su extinción en la década de 1110, las familias condales de Cerdanya y de Besalú, cuyos dominios irían a parar a manos de sus homólogos barceloneses, actuaban con más o menos independencia, como lo habían hecho en el pasado. Aunque quizá el ejemplo más claro sea el de los condes de Empúries y Peralada, quienes llegarían a declararse fieles a la dinastía de Barcelona sin por ello reconocerse sometidos a la misma (1). Continue reading

Posted in Historia Medieval, Oficio de historiador.

Para una historia social del silencio

«Guardar silencio es en sí mismo un acto de comunicación» Con esta reflexión iniciaba hace años Peter Burke uno de sus capítulos de Hablar y callar. Funciones sociales del lenguaje a través de la Historia (Barcelona, Gedisa, 1996) y se adentraba en un tema fascinante y a la vez inquietante: la historia social del silencio en la Europa Moderna. Fascinante porque, como había hecho a lo largo de todo el libro, reflexionaba sobre los aspectos culturales y sociales de la lengua y el papel que jugaba en el reconocimiento de una cultura y en su historia. Inquietante, porque al ahondar en el papel del silencio, Burke transitaba por caminos poco agradables para los historiadores. Continue reading

Posted in Oficio de historiador. Tagged with , .

La derrota de Poitiers: Notas para una ucronía

Hay un peligro enorme en la Historia al que no estamos acostumbrados a poner nombre. Cuesta reconocer que jugamos con las cartas marcadas: ¿Cómo no va a afectar a nuestra lectura de los hechos saber el final de cada historia, el giro de cada trama, el asesino de cada crimen y el desenlace de cada batalla? Reconstruimos desde el presente hacia el pasado y, en ese trámite del niño que sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos, no caemos en el gris de los mundos posibles que, aunque no fueron, bien pudieran haber sido. Y por el camino perdemos en el limbo de los justos el espíritu crítico. Sólo así se entiende, por ejemplo, nuestra ingenua cabezonería de hablar de la larga decadencia del imperio romano en el Bajo Imperio y no entender lo maravilloso de las novedades políticas, sociales y militares que permitieron que Roma perviviera teniéndolo todo en contra. Y si no, que se lo digan a Peter Brown… Continue reading

Posted in Historia Medieval, Oficio de historiador. Tagged with , , .

Cuando despertó, la imagen seguía ahí.

El tópico dice que una imagen vale más que mil palabras. Dependerá de muchas cosas, digo yo, a no ser que se pueda defender que la enésima muestra de pies en una playa o de fotos a través de un espejo vale más que un cuento de Borges. O que un «adiós» a tiempo es menos adecuado que un montón de fotos rotas. El historiador, que debería estar vacunado de serie contra los tópicos, haría bien en prevenirse ante las generalidades y ante los significados únicos. No acostumbran a traer nada bueno (aunque esto, en sí mismo, sea otra generalidad).

Las imágenes, en Historia, son poderosas. Por muchos motivos; porque son sugerentes, porque se fijan en nuestra retina con una fuerza – es verdad – que un discurso razonado no logra imitar; porque se les presupone, en nuestra miopía de significados producto de la fotografía, una objetividad aparente. «¡Las imágenes están ahí!» – grita el mal historiador – «¡Están ahí!», dotándolas de una suerte de característica primaria que las coloca por encima de otros tipos de fuentes. Hay quienes incluso han hecho carrera a través del camino inverso: el de cargar con sesudas capas de interpretación metafísica hasta el más pequeño recodo de una miniatura medieval o de una figura humana garabateada en una cueva. Así somos, hay que querernos… Continue reading

Posted in Oficio de historiador. Tagged with , , , , .