El relojero y el programador: Personajes de la Tierra Media y de Poniente

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Barcelona, 1974. Se ha formado en ámbitos tan aparentemente diferentes como Filología Catalana, Arte Dramático y Piano clásico. Actualmente dirige la asociación cultural Plataforma Blanc i Negre, dedicada a la divulgación histórica a través de obras teatrales, conferencias y exposiciones.

Hay infinitas maneras de escribir una novela. Quizá sea por este motivo que aún queden infinitas novelas por escribir, y el oficio de escritor sea inagotable.

 

Una buena novela (y también una mala, por supuesto) puede nacer de un suceso real, de una idea original, de un plagio, de un personaje… Cualquier semilla es buena, si el autor es lo bastante audaz como para seguir el rastro de esa primera semilla. Pero todas las novelas, una vez han nacido, se articulan a través de personajes, y de la relación que tienen éstos entre sí. Ninguna historia puede tener lugar en un páramo vacío o dentro de un desierto inhabitable. El novelista, a diferencia del poeta, no tiene como materia prima a las palabras sino a sus personajes. Toda ficción se articula a través de personas, o bien con animales o fuerzas de la naturaleza que adquieren rasgos humanizados.

En el caso que nos ocupa, tanto Tolkien como Martin eran muy conscientes de ello. Ambos han ideado ficciones pobladas con muchos individuos, muy variados entre ellos, e integrados a su vez en diversos grupos raciales o sociales muy identificables. Y ambos autores se esforzaron mucho en crear estos rasgos característicos, sabiendo que gran parte del éxito de su obra radicaba en esta vividez y coherencia de los pobladores de sus mundos. Aún así, un siglo separa a un autor de otro, y esta distancia es muy evidente en las fuentes utilizadas para crear un personaje o sociedad, así como en los objetivos que tienen al crearlos.

En Tolkien encontramos a un creador de personajes concienzudo. Para cada personaje relevante se percibe un delicado trabajo de orfebrería. El novelista, con precisión de relojero, modela cada uno de sus hijos literarios hasta el mínimo detalle: sabe quién es ese personaje y quiénes son sus progenitores, sabe de dónde viene, y todos los impulsos definitorios de su personalidad están incluidos y anclados en un discurso coherente que dasentido al propósito vital de este individuo. En ocasiones Tolkien completó estas biografías a posteriori, en otras publicaciones, pero siempre se percibe una gran coherencia interna, casi arbórea, que crece desde las raíces hasta las ramas. De hecho, hasta el nombre del personaje y de sus progenitores es para Tolkien una decisión grave y relevante, a la que dedica un gran esfuerzo tanto eufónico como etimológico. Incluso cuando un personaje de la Tierra Media ve alterada su naturaleza radicalmente, como por ejemplo la transformación de un Hobbit casero y cobarde a un aventurero tenaz y aguerrido, su autor se toma todo el tiempo necesario para describir y justificar este cambio.

Cartel el Retorno del Rey

Carátula de El Retorno del Rey

 

El resultado de este trabajo es muy variado según la idiosincrasia y el sustrato de cada personaje, pero gracias a esta tenacidad de su autor podemos disfrutar de estas diferencias como todo el espectro de un mundo variado, pero coherente consigo mismo. El bien complementa y equilibra al mal, igual que cada una de las sociedades que pueblan la Tierra Media son un complemento entre sí, formando un mundo cerrado y, a la vez, vivo y cambiante. En la Tierra Media se percibe, pues, una construcción de personajes y entorno de «dentro hacia fuera», convirtiendo una idea motriz en un individuo completo muy poco a poco, estrato a estrato, pero dando una gran sensación de unidad.

Pero Poniente, pese a las comparaciones que se suelen establecer, no es la Tierra Media. Y sus pobladores tampoco son equiparables. Poniente es caótico, salvaje, y sin duda más cambiante que los mundos tolkienianos. Su variedad de gentes, a diferencia de los pobladores de la Tierra Media, no se complementa entre sí en su variedad, si no que viven un conflicto constante, casi pareciendo un mundo que quiere devorarse a sí mismo.

Tanto Poniente como sus personajes han sido creados con otra metodología, y con otro propósito muy diferente. Martin parece haber creado a sus personajes de «fuera hacia dentro», en los que una característica clave de la apariencia o la personalidad del personaje fuera el motor que le da sentido a su esencia interna.De este modo, Martin crea individuos muy concretos y visibles que se fundamentan en una idea motora de gran concreción: la luchadora fea, la princesa consentida, el enano inteligente, el espía silencioso, el justiciero ingenuo, el bastardo rechazado…

Jon Nieve - Jon Snow - Cartel promocional

Cartel promocional de la 6º temporada de Juego de Tronos

 

No es de extrañar que Martin consiga ser tan prolífico con sus personajes, puesto que los crea con una mentalidad y un propósito similares a los de un programador informático. Les da una idea generadora y un objetivo muy concretos, y luego los echa a andar por Poniente por sí mismos, dejando que ellos hagan mella en la trama que se va desarrollando tras de sí. Esta metodología tiene tanto pros como contras. El problema con estos personajes es que a veces puedan parecer algo caricaturescos, basados usualmente en rasgos muy acusados, pero esto ofrece también una gran ayuda para el lector casual, ya que en seguida es capaz de entenderlos, identificarlos y retener su esencia en la memoria.

Además, para Martin lo más importante es el efecto que causan estos personajes en la trama, ya que jamás antepone la esencia de un personaje a su aportación argumental. Es bastante habitual descubrir personajes de Poniente que cambian bruscamente cuando su entorno o su propósito queda caduco: en Poniente podemos seguir a una joven aristócrata marimacho que pronto se convertirá en un bandido travestido, y posteriormente una asesina invisible. En Juego de tronos encontraremos personajes que pueden dan un giro de 180 grados, con cambios muy violentos y constantes en los que cada individuo se adapta bruscamente a su entorno, sin acusar demasiado las fracturas generadas con su existencia previa.

Por ello, podríamos decir que Poniente lo habitan unos personajes con espíritu de todoterreno, capaces de adaptarse a cualquier cambio narrativo con una gran rapidez, mientras que las creaciones de Tolkien se asemejarían más a herramientas sofisticadas y precisas, diseñadas para un uso preciso y concreto. Las diferencias son palpables, y sin duda son una muestra de lo que decíamos al principio de este texto: que la materia prima de un novelista son sus personajes. Son éstos, y no las palabras, los que pueblan sus mundos de ficción; y son sus personajes, así como la manera en que son concebidos, la herramienta principal que hace avanzar un argumento.

Tolkien y Martin son una excelente muestra de cómo diferentes objetivos narrativos crean obras literarias muy diferentes entre sí, pese a pertenecer aparentemente al mismo género fantástico.

Y es por este motivo que los escritores noveles tienen aún mucho que aportar, puesto que a la historia de la literatura le quedan muchos más libros por escribirse que los que ya se han escrito en el pasado.

 


Esta entrada forma parte de nuestra serie de entradas sobre J.R.R. Tolkien y G.R.R. Martin en el primer aniversario de nuestro blog. Aquí podéis encontrar los enlaces al resto de entradas:

. Alberto Reche: El Señor de Poniente en el Trono de Mordor

. Jordi Morera: Tolkien y Martin: Construcción y Deconstrucción de un Género

. Marcel Vilarós: El relojero y el programador: Personajes de la Tierra Media y de Poniente

. Lledó Ruiz: Excepcionalmente humanas, humanas excepcionales: Las mujeres en la literatura de Tolkien y Martin

. Raúl González: ¿Hay vida más allá de Tolkien y Martin?

. Óscar Álvarez: Huargos creados, dragones adaptados

Marcel Vilarós

Barcelona, 1974. Se ha formado en ámbitos tan aparentemente diferentes como Filología Catalana, Arte Dramático y Piano clásico. Actualmente dirige la asociación cultural Plataforma Blanc i Negre, dedicada a la divulgación histórica a través de obras teatrales, conferencias y exposiciones.
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